Belén Gopegui
Belén Gopegui (Foto de Mauricio Rétiz)

Belén Gopegui: «No es imposible que el capitalismo vaya a quedarse a oscuras»

«Porque en mi código la lealtad es importante» escribe Belén Gopegui en su novela ‘Deseo de ser punk’. Compartimos esa premisa como eje vertebrador de la conducta humana y como dique de contención contra el aluvión posmoderno que lo entibia todo. En sus obras subyace la contundente determinación de las personas que creen en lo que hacen.

Belén Gopegui (Madrid, 1963) es una escritora española, novelista y guionista. Ha recibido numerosos premios y se ha erigido como una autora imprescindible por su talento y una inquebrantable implicación con la realidad que nos rodea.

Presenta estos días ‘Ella pisó la luna, ellas pisaron la luna’ (editado por Literatura Random House) un texto lleno de fuerza que reivindica a las mujeres cuyos logros no han visto la luz.

ENTREVISTA

¿Puede la literatura contribuir a que las personas reconozcan y reivindiquen sus derechos sociales?

Durante siglos ha contribuido a que los privilegiados encontraran visiones del mundo según las cuales sus privilegios de género, raza, clase, eran supuestos derechos, de manera que claro que puede contribuir a que las personas exijan igualdad. Otra cosa es que tenga la suficiente potencia de difusión. Y también es posible que ahora, en medio de esta urgencia, la literatura no sea lo más necesario, por ser sobre todo, incluso la literatura roja, un arma interior, y para reconocer y reivindicar resultan más necesarios los actos que van por fuera. Tal vez convenga sospechar un poco de toda esa insistencia en la batalla del relato, mientras parte de quienes hablan de ella van apropiándose del dinero y de la violencia que el dinero permite ejercer.

La literatura social no está en ningún programa político, ¿a qué crees que es debido ese ‘olvido’?

La literatura que conocemos en general es un entretenimiento de la clase dominante y/o con el que la clase dominante busca entretener a su adversaria. Si viviéramos en otra sociedad, tal vez serían otras las historias que habrían sido derrotadas, de momento. Digo de momento porque, lo sabemos, no hay victorias ni derrotas absolutas sino una relación de tensión constante. Aunque sí haya personas inocentes devastadas y la furia muda o no tan muda por ellas y sus vidas no vaya a morir nunca en nuestros brazos.

Un verso que resuma la realidad.

Últimamente pienso a menudo en la conocida canción de Guitarricadelafuente, Guantanamera, y en esa frase: “en las Cuevas de Cañart la vida es tan bonita que parece de verdad”, porque se la he escuchado cantar a algunas personas muy jóvenes y cada vez que llegan al verso en cuestión, la mezcla de abandono y convicción con que lo cantan hace que duela más la clase de mundo que habitamos, donde se sobrevive pensando que casi todo es mentira porque si no lo fuera, si esta fuera la vida de verdad, qué frío y qué desastre.

Me parece importante recordar que las soluciones mágicas de la autoayuda están hablando a gritos de una gran impotencia. Están diciendo que las soluciones sociales quedan lejos y requieren tiempo para la organización, una energía que no se tiene porque fue extraída para la subsistencia.

¿Qué opinas de la avalancha de psicología positiva en los grandes medios de comunicación?

Por más que esa psicología positiva suela ser un asco y y una trampa y venda la mentira de que los problemas sociales se pueden solucionar con medidas individuales, me parece importante recordar que las soluciones mágicas de la autoayuda están hablando a gritos de una gran impotencia. Están diciendo que las soluciones sociales quedan lejos y requieren tiempo para la organización, una energía que no se tiene porque fue extraída para la subsistencia. Nos dicen que la violencia tiene un efecto y que el cansancio impuesto es una forma de violencia. Así que, bueno, además de criticar la falacia de esas soluciones creo que hay que escuchar la angustia que está detrás. No es que siempre las personas no se organicen porque no quieren o porque les falten relatos, es que a veces no pueden con su alma.

Escribías en ‘La conquista del aire’: «No puede ser que tengamos que estar eligiendo siempre entre lo malo y lo menos malo». De la actualidad política ¿qué es lo que más te inquieta?

Si os referís a la actualidad parlamentaria, me inquietaría eso, que hayamos terminado identificando la actualidad política con la actualidad parlamentaria. Y si os referís a algo más parecido a lo que entiendo por política, la correlación de fuerzas, la posibilidad de poner en práctica principios que se enuncian con palabras como igualdad, libertad, fraternidad, quiero pensar que el vaso se desbordará pronto; que sí, que es cierto que el capitalismo está empobreciendo los cuerpos, exprimiendo las mentes hasta romperlas, está arrollando casi todo. Pero si sacamos de contexto aquella letra “es difícil sostener una vela en la lluvia fría de Noviembre”, digamos que hay demasiada lluvia fría y no es imposible que el capitalismo vaya a quedarse a oscuras.

La literatura que conocemos en general es un entretenimiento de la clase dominante y/o con el que la clase dominante busca entretener a su adversaria.

¿Qué escritor/a crees que hubiese sido un político interesante?¿por qué?

Pocas, pocos, la escritura no deja de ser un pseudoparaíso individual y cuando se convierte en otra cosa es porque ha sido escrita por una colectividad aunque sea a través de unas manos, por lo que tendría que ser esa colectividad de personas la que hiciera política sin que ninguna marca individual se la apropiara.

¿Qué es para ti la dignidad?

En Lo real escribí: “Muchas son las palabras que no hemos usado. Pero deliberadamente sólo una: humillación. No somos los humillados, no somos las ofendidas. La humillación tiene su origen en la dignidad, y las asalariadas, y los asalariados, no tienen dignidad. No la tienen sino que podrían llegar a tenerla. Dulce trampa la dignidad de uno, de una. Dulce trampa el interior incontaminado de una o de uno mientras el agua sucia cubre las calles. La dignidad o es de muchos y de muchas, o no será”.

Todavía lo sucribo, y eso no significa que ni entonces ni ahora dudara de algo que está en cada persona, que suena sola como una guitarra eléctrica en medio del viento, y que es imbatible incluso aunque lo puedan machacar. Ese algo existe, pero prefiero no llamarlo dignidad porque entonces parecería que es una obligación tenerla a solas, y no. Lo que se tiene a solas es, a veces, no siempre y no puede ser jamás exigible, es una insólita y nada resiliente sino más bien punzante capacidad de resistir.

Creo que cualquier persona desde cualquier condición puede enseñar a pensar con valentía.

En ‘Humanidades en acción’ (Rayo Verde Editorial) escribe la filósofa Marina Garcés: «Solo se puede enseñar a pensar con valentía desde las condiciones materiales y relaciones laborales dignas». ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?

Supongo que entiendo lo que quiere decir pero lo formularía de otra manera. Porque ese “solo” puede parecer que excluye la capacidad de que hablábamos antes, la de arder por dentro y resistir, de las personas machacadas. Creo que cualquier persona desde cualquier condición puede enseñar a pensar con valentía. Otra cosa será que pueda mantener esa actitud durante un periodo largo sin desfallecimientos. Decía Juan Blanco que la inteligencia es el hambre, con esta afirmación no se trata, desde luego, de justificar las pésimas condiciones de trabajo de nadie. Se trata, creo, de no desdeñar el valor de quienes tienen poco o nada que perder, y que desde esa indigencia se lo juegan todo o casi todo.

Si viviéramos en otra sociedad, tal vez serían otras las historias que habrían sido derrotadas, de momento.

Chomsky indicaba hace unos días que el neoliberalismo es: «La razón básica de la ira, el resentimiento y el desprecio por las instituciones políticas que están barriendo gran parte del mundo». ¿Compartes esa opinión?

Sí y no. Es el problema con las frases aisladas de su contexto. Centrándonos solo en ella, prefiero el término capitalismo, puesto que nada sustancial ha cambiado. En algunas épocas hubo mayor excedente debido a la explotación colonial y de género y al extractivismo sin freno. Además, la existencia de otro sistema que podía ofrecer un contraste aumentaba la presión para repartir algo más ese excedente. Son estas condiciones las que han cambiado: los recursos escasean, las antiguas colonias ofrecen mayor resistencia ante el expolio, ya no existe la Unión Soviética, en fin, lo que sabemos.

Por otro lado, la ira es distinta del resentimiento y ambos son distintos del desprecio por las instituciones políticas. Hace poco leí un tuit de @halconfr quien recordaba a @lorcond cuando dijo: “sentir rencor es como tener una piedra ardiendo en la mano y esperar que otra persona se queme”. Hay un paso político que va del rencor, o el resentimiento, a la ira, y de la ira a la organización hecha desde arriba o desde abajo. No se puede comparar la ira de las élites bolivianas amparadas por los Estados Unidos con la ira de la población chilena. En cuanto a las instituciones políticas, a menudo lo que hay no es desprecio sino lo contrario, una exigencia de que en verdad sean lo que dicen ser pero no son.

En tu último libro ‘Ella pisó la luna. Ellas pisaron la luna’ reivindicas a todas las mujeres cuyos logros no han visto la luz. ¿Sigue ocurriendo en la sociedad actual?¿Dejará de ocurrir? ¿Sigue ocurriendo?

Creo que es evidente. ¿Dejará de ocurrir? Como decía Gramsci, “lo único que se puede prever es la lucha”.

Nos marcó mucho ‘Deseo de ser punk’.¿Qué música crees que escucharía la protagonista en el momento actual?

Si fuera ella, si fuera Martina, creo que escucharía tal vez otras cosas pero también, seguro, la misma música porque aunque haya cambiado, aunque ya no siempre crea lo que entonces creyó y a veces se lleve la contraria, forma parte de lo que es mantenerse leal a la música que la formó, en la que encontró un código, ser leal a la Martina que fue y no dejar que desaparezca.

La dignidad o es de muchos y de muchas, o no será.